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Botánica aplicada al arte

  • Foto del escritor: Las Flores de Córdoba
    Las Flores de Córdoba
  • 18 ene 2020
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 1 jun 2020

El reino vegetal se instala en las prácticas artísticas y en los museos, ampliando la noción tradicional de paisaje natural. Texto extraído de "Babelia", periódico "El País"

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En un cálido verano de 1976, cuatro amigos artistas quedaron en el conservatorio tropical del Golden Gate Park de San Francisco. Es el parque más grande de Estados Unidos, superando con creces al Central Park. Junto a ellos, había varios monitores y demás enjambres de audio slow-tech para llevar a cabo un experimento documental llamado The Secret Life of Plants, el encargo para una escena de la adaptación cinematográfica del libro del mismo nombre que tres años antes habían escrito Peter Tompkins y Christopher Bird. Un libro de cabecera para todos aquellos interesados en botánica. A la cabeza del grupo estaba Richard Lowenberg, considerado hoy un gurú del activismo ecocultural. John Lifton había lanzado la experiencia Green Music adelantándose a lo que ahora busca Data Garden, Tom Zahuranec manejaba bien las bioseñales en el formato vídeo y Jim Wiseman era un fascinado de los sintetizadores. Entre enormes palmeras, plantas de banano y gigantes hojas de monstera, los cables parecían tentáculos que se volvían locos, envueltos en los troncos, enganchándose a las hojas y enterrándose en los arbustos. En los extremos de los cables, pequeñas agujas recolectaban información bioeléctrica de las plantas, que una máquina traducía en imágenes psicodélicas y en una partitura musical. Una producción audiovisual que fluctuaba a medida que los visitantes iban y venían, sin saber que ese día participaron de una de las primeras obras de arte biosensible del mundo.


Extracto de Babelia. Periódico El País

 
 
 

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